Otro día sin alarmas,que bien. Poco a poco vamos apareciendo por la terraza donde sirven nuestro desayuno, y con un buffet libre de tres horas comienza nuestro día. ¿Qué puede salir mal teniendo sol, playa, y tiempo de sobra?
Esperamos (bastante) a poder tender una lavadora y nos vamos a la playa. Ayer vimos una especie de isla en el horizonte y queremos ver si podemos llegar allí. De camino nos vamos parando en varios puestos, (demasiados puestos, según los chicos), pero como ya hemos dicho, tenemos mucho tiempo y pocos planes para hoy.
Cuando vamos por la playa, varios señores nos siguen, ofreciéndonos llevarnos en su barco, pero queremos llegar por nosotros mismos, y decidimos cruzar una especie de río, sin saber muy bien cuánto va a cubrir. ¡Misión cumplida! Estamos en el otro lado, en una playita pequeña y vacía, pero aún nos queda mucho para llegar a la isla. Los chicos se van a investigar qué hay alrededor, y antes de que podamos sentarnos en la arena, vuelven diciendo que hay una playa mejor al otro lado de las rocas, ¡allá vamos!
En la playa, como siempre. Ukelele por aquí, bañito por allá, altavoces, cerveza, siestita... Nos podríamos acostumbrar a esta vida. Alba y Javi han traído los escarpines, así que escalan las rocas que hay en el mar. Jorge también lo hace, pero sin escarpines; así que Ángela y yo decidimos subirnos a una roca pequeña, para estar todos juntos. Cuando estoy a punto de subir, empiezo a ver cangrejos negros, bastante grandes, corriendo de un lado a otro... Así que tengo mucho cuidado de no pisarlos, tengo miedo de que me "pellizquen", con la mala suerte de que piso mal, hago la croqueta y caigo al agua otra vez, llevándome a Ángela por delante. Veo a Ángela sangrar, a mi me escuece todo el cuerpo, no sé por dónde empezar a mirar pero tengo heridas en las manos, piernas, pies ¡y hasta en el culo! Así que decido convertirme en una sirena y no salir del agua nunca, por que no creo que pueda volver a pisar el suelo con las heridas que tengo en la planta del pie derecho.
Comemos bastante tarde, y vemos atardecer mientras andamos por la playa. A algunos su plato se les ha quedado pequeño, y van en busca del postre perfecto. O no tan perfecto. Sólo algo dulce que llevarse a la boca, pero no lo terminan de encontrar. Así que, para dejar de pensar en ello nos tumbamos en la playa, a ver los últimos colores del día con música de fondo. Los chicos, mientras, se van a explorar el lado sur de la playa, escalar rocas, subir montañas y descubrir sitios nuevos. De repente, es de noche y los mosquitos nos atacan. No es que vuelen alrededor nuestro, es que se tiran literalmente a por nosotras. Cientos, miles de mosquitos chocando contra nuestros cuerpos nos hacen salir corriendo a buscar a los chicos. Cuando les encontramos, quieren darse un baño así que les damos su cosas y volvemos al hotel por un camino nuevo.
Después de la ducha, vamos a cenar al restaurante de nuestro amigo Milán. Y a casita, que el sol nos ha cansado mucho. En cuanto llegamos al hotel, se va la luz. Subimos a la terraza y vemos todo el pueblo apagado, y de vez en cuando la luz de alguna motillo por la carretera. Pero al rato vuelve, sin problemas. Bueno, uno pequeño, ahora no hay agua corriente en el hostal. Pero no nos importa demasiado, por que nos vamos a dormir.
Buenas noches a todos,
Esperamos (bastante) a poder tender una lavadora y nos vamos a la playa. Ayer vimos una especie de isla en el horizonte y queremos ver si podemos llegar allí. De camino nos vamos parando en varios puestos, (demasiados puestos, según los chicos), pero como ya hemos dicho, tenemos mucho tiempo y pocos planes para hoy.
Cuando vamos por la playa, varios señores nos siguen, ofreciéndonos llevarnos en su barco, pero queremos llegar por nosotros mismos, y decidimos cruzar una especie de río, sin saber muy bien cuánto va a cubrir. ¡Misión cumplida! Estamos en el otro lado, en una playita pequeña y vacía, pero aún nos queda mucho para llegar a la isla. Los chicos se van a investigar qué hay alrededor, y antes de que podamos sentarnos en la arena, vuelven diciendo que hay una playa mejor al otro lado de las rocas, ¡allá vamos!
En la playa, como siempre. Ukelele por aquí, bañito por allá, altavoces, cerveza, siestita... Nos podríamos acostumbrar a esta vida. Alba y Javi han traído los escarpines, así que escalan las rocas que hay en el mar. Jorge también lo hace, pero sin escarpines; así que Ángela y yo decidimos subirnos a una roca pequeña, para estar todos juntos. Cuando estoy a punto de subir, empiezo a ver cangrejos negros, bastante grandes, corriendo de un lado a otro... Así que tengo mucho cuidado de no pisarlos, tengo miedo de que me "pellizquen", con la mala suerte de que piso mal, hago la croqueta y caigo al agua otra vez, llevándome a Ángela por delante. Veo a Ángela sangrar, a mi me escuece todo el cuerpo, no sé por dónde empezar a mirar pero tengo heridas en las manos, piernas, pies ¡y hasta en el culo! Así que decido convertirme en una sirena y no salir del agua nunca, por que no creo que pueda volver a pisar el suelo con las heridas que tengo en la planta del pie derecho.
Comemos bastante tarde, y vemos atardecer mientras andamos por la playa. A algunos su plato se les ha quedado pequeño, y van en busca del postre perfecto. O no tan perfecto. Sólo algo dulce que llevarse a la boca, pero no lo terminan de encontrar. Así que, para dejar de pensar en ello nos tumbamos en la playa, a ver los últimos colores del día con música de fondo. Los chicos, mientras, se van a explorar el lado sur de la playa, escalar rocas, subir montañas y descubrir sitios nuevos. De repente, es de noche y los mosquitos nos atacan. No es que vuelen alrededor nuestro, es que se tiran literalmente a por nosotras. Cientos, miles de mosquitos chocando contra nuestros cuerpos nos hacen salir corriendo a buscar a los chicos. Cuando les encontramos, quieren darse un baño así que les damos su cosas y volvemos al hotel por un camino nuevo.
Después de la ducha, vamos a cenar al restaurante de nuestro amigo Milán. Y a casita, que el sol nos ha cansado mucho. En cuanto llegamos al hotel, se va la luz. Subimos a la terraza y vemos todo el pueblo apagado, y de vez en cuando la luz de alguna motillo por la carretera. Pero al rato vuelve, sin problemas. Bueno, uno pequeño, ahora no hay agua corriente en el hostal. Pero no nos importa demasiado, por que nos vamos a dormir.
Buenas noches a todos,
Paula.
Parece que ya no estéis de vacaciones. No hay gente, ni palacios, ni templos (jajaja!)
ResponderEliminarNos gusta variar! Un par de días más viendo otras costas y volvemos a las ciudades, la gente y los templos. (Aunque voy avisando que ya nos queda poco por la India... 😔)
EliminarUn día casi prefecto!! Cuidado con los mosquitos que saben que no os lleváis la mosquitera a la playa. 😁😁
ResponderEliminarEspero que vuestras heridas se curen pronto. Os quedan muchos días de relax? Cuál es vuestro próximo destino?
Jajajaja imagínate en la playa con la mosquitera...Si ya nos da problemas engancharla en las habitaciones😂 Hoy mismo nos vamos al norte de Goa, aunque por nosotros nos quedábamos aquí! Estamos de maravilla!!
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