Día 31: Llegamos a Tailandia

6:30 am. Nuestro autobús por fin llega a su destino. Llevamos un día entero metidos en autobuses, pero lo más duro para mí ha sido la última hora: en teoría llegábamos a las 5 (aunque por algún motivo nosotros pensábamos que llegaríamos sobre la 1am.), y prometo que no pasaban los minutos, cada vez que miraba el reloj era la misma hora desde que me desperté por última vez a las 4:48 am.
Según bajamos nos damos cuenta de que la frontera que tenemos que cruzar para llegar a Tailandia está a unos 5km, así que preguntamos a un taxista que cuánto nos cobra y ¡nos montamos sin regatear! Parece ser que no pueden entrar los vehículos muy cerca de la aduana, y cuando el taxista nos deja pocos minutos después de haber subido, le decimos que nos parece un poco caro, pero que se lo damos porque ¡nos sobra el dinero! Al salir del país, tenemos que gastar todos los Kyats que nos quedan, y nos encanta ir de ricos por la vida. Aunque sea un rato.
Recorremos el puente que separa los dos países y pese a estar en tierras tailandesas no vemos ningún cambio, aunque quizás la gente sea menos amable y hable menos inglés, si cabe, que en Myanmar. Con nuestros nuevos sellos en el pasaporte vamos en busca de un tuk tuk que nos lleve a la estación de autobuses, teníamos pensado coger uno hacia Chiang Rai a las 7, pero se nos ha hecho un poco tarde, así que ya veremos qué opciones hay cuando lleguemos allí.
Nos hacen bajar del tuk tuk en un semáforo, y cuando se pone verde el conductor arranca con Jorge aún subido. A veces habían arrancado nuestros medios de transporte con las maletas dentro, ¡pero nunca se habían llevado a uno de nosotros! Por suerte, nos lo devuelven sano y salvo poco después.
Una vez en la estación nuestras sospechas se hacen realidad: es demasiado tarde para coger el tren a Chiang Rai. Podemos coger uno en una hora y pico a Chiang Mai, así que eso hacemos. Por primera vez no tenemos alojamiento reservado de antemano, así que nos da un poco igual por qué ciudad empezar nuestra aventura por Tailandia.
Las 6 horas de bus se hacen bastante duras, más por lo que llevamos a la espalda que por este bus en concreto, pero conocemos a unos españoles y empezamos a hablar con ellos. Como uno tiene el alojamiento reservado y los demás no, decidimos ir todos juntos a su hotel y probar suerte. Habíamos leído que un tuk tuk a esa zona costaría unos 60 Baths por persona, así que le ofrecimos 40 porque éramos un grupo grande. Dijo que sí demasiado pronto, y demasiado contento, por lo que estábamos pensando que quizás le habíamos ofrecido demasiado, cuando vimos un cartel en su furgoneta en el que decía que el precio era 30. Moraleja: no confíes demasiado en los precios de las guías (pueden ser mucho más bajos, como nos pasaba en India, o mucho más altos que la realidad).
Al llegar al hotel, pasó lo que nos temíamos: no había alojamiento para todos. Así que nos dividimos, y volvimos a ser un grupo de cinco. Por suerte, en el segundo hostal al que preguntamos tenían una habitación en la que cupieramos todos, por solo 130 Baths la noche (unos 3€) por persona. No ha ido mal lo de llegar a un país sin ningún plan, la verdad: La habitación es una de las mejores hasta ahora y las zonas comunes no están nada mal. Decidimos ducharnos (que falta nos hace), descansar un rato y después organizar nuestra visita a este país. Cuando tenemos todo hablado, y lo más importante (hoteles y aviones) cogido, decidimos ir a cenar a un mercado nocturno del que nos han hablado.
Al llegar allí, después de un paseíto por la ciudad, tomamos nuestro primer Pad Thai en Tailandia, ¡y que rico! De postre, como no, un helado. Y vuelta al hotel, que no estamos para demasiada juerga. De camino, Alba encuentra las chanclas que lleva más de un mes buscando, y es feliz.

Mañana visitaremos más está ciudad, y los próximos días haremos cosas increíbles, ya lo veréis.
Por ahora, ¡buenas noches!

Paula🌵