No son ni las 6 de la mañana y ya nos están soñando las alarmas para despertarnos. ¡Vaya madrugón! Tenemos que coger el bus que nos lleva de Hanoi a Sapa a las 6:30, así que duchas, desayunos y a esperar a que nos recojan en el hotel. Como ya es costumbre, nos vienen a buscar en una furgoneta con más gente, pero ya nos sabemos los truquis, y como hay poco sitio donde sentarse, Javi y Jorge se van alante de copilotos. Las chicas nos apañamos para sentarnos entre los demás turistas. Unos minutos después, volvemos a parar. ¿Más turistas? Parece que sí, nos apretujamos y seguimos el camino hacia la estación de autobús. En la siguiente parada, varios decimos que no podemos estrujarnos más, pero aún así, terminan metiéndose cuatro personas más, mientras nos dicen que solo quedan 5 minutos que no pasa nada. Somos 23 personas en una furgoneta con plazas para 12, peor que en una lata de sardinas (eso sí, los chicos van super cómodos).
Cuando subimos a nuestro bus, nos hacen quitarnos los zapatos en la puerta. Hasta ahora habíamos tenido que quitarnos los zapatos para entrar en templos y hoteles, pero nunca en un autobús. Pero no es la única sorpresa, ya que tampoco habíamos visto nunca un bus como el que nos estamos montando. Mejor no lo explico, os lo enseño:
Cuando subimos a nuestro bus, nos hacen quitarnos los zapatos en la puerta. Hasta ahora habíamos tenido que quitarnos los zapatos para entrar en templos y hoteles, pero nunca en un autobús. Pero no es la única sorpresa, ya que tampoco habíamos visto nunca un bus como el que nos estamos montando. Mejor no lo explico, os lo enseño:
Por si no se aprecia bien, aquí no hay asientos, solo "camas". Elegimos donde aposentarnos, y a dormir (o intentarlo al menos). Pasadas tres horas de viaje, algunos necesitamos ir al baño y como el conductor nos dice que no va a hacer paradas entramos al del bus, aunque resulta bastante difícil con el movimiento. El camino es precioso, rodeado de montañas y campos de arroz. Entre siestas, música y lecturas llegamos a nuestro destino sobre las 13:30: ¡Ya estamos en Sapa!
Desde que entramos al pequeño pueblo vemos a un montón de mujeres de la etnia H'mong correr tras el autobús. Al pararr hablemos. Con su ayuda, llegamos al hotel, donde hacemos el check in y nos informamos sobre las excursiones para poder hablar con Mama Chu con alguna idea. Al final cogemos su teléfono por si queremos hacer el tour con ella, pero necesitamos saber más sobre las diferentes opciones para poder planificar.
Desde que entramos al pequeño pueblo vemos a un montón de mujeres de la etnia H'mong correr tras el autobús. Al pararr hablemos. Con su ayuda, llegamos al hotel, donde hacemos el check in y nos informamos sobre las excursiones para poder hablar con Mama Chu con alguna idea. Al final cogemos su teléfono por si queremos hacer el tour con ella, pero necesitamos saber más sobre las diferentes opciones para poder planificar.
Nos vamos a comer a un restaurante cerca del hotel, en el que solo la jefa habla inglés, pero todos son tan majos y adorables...😍 La comida no está nada mal, un poquito insípida quizás, pero nada que con salsas y especias no se pueda solucionar.
Después de comer volvemos para solucionar qué vamos a hacer mañana, (y a echarnos una siestecita) y decidimos que llegó la hora de separarse por primera vez. Después de 40 días juntos, mañana Alba y yo nos quedaremos por el pueblo e iremos a hacer una ruta hasta un pueblecito llamado CatCat, y los demás subirán andando por ellos mismos hasta el pico más alto de indochina: el Fansipan.
Una vez planeado, vamos en busca de un taxi que les pueda llevar mañana Trom Tom Pass, la entrada al Fansipan. Preguntamos en hoteles, agencias de viajes y a taxistas por la calle, pero nadie parece hablar inglés, y los pocos que lo hacen, dicen que es imposible hacer esa ruta sin guía y sin registrarte en el ayuntamiento. Después de muchas vueltas, conseguimos parar a un taxista que llama a alguien que habla inglés y a través de él quedan a las 6 de la mañana en nuestro hotel para que les lleven allí. Están decididos a escalar los más de 2.000 metros de altura, así que piensan que si no les dejan pasar siempre podrán contratar a un guía en la entrada. Hacemos unas compras, y después de dar mil vueltas buscando algún sitio en el que cenar, volvemos al mismo sitio de la comida. Mejor malo conocido que bueno por conocer, y además son tan majos...
Ya llegamos de vuelta al hotel y nos vamos a dormir, que mañana algunos tienen un día bastante duro por delante.
¡Un besito!
Paula 🌵
Qué chulada ir disfrutando del paisaje en ese autobús-cama.!!
ResponderEliminarQué tal en las curvas? No os caíais?
Hola mami. Pues si, en una curva me caí encima de Alba, que estaba dos camas más allá. 😌 Jajaj
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