Hoy va a ser uno de esos relatos cortos en los que la mayoría del día la pasamos en un autobús, esperando que el tiempo pase y llegar a nuestro destino. Así que, avisados estáis. ¡Empezamos!
En la habitación en la que estamos las chicas también duerme un hombre, quien se despierta sobre las 6 y media de la mañana y está una hora dando golpes por la habitación. (Seguramente cada ruido tendría algún sentido y fuera imprescindible, pero después de la primera media hora, ya solo oigo portazos, cremalleras, y golpes sin parar. Y me duele mucho la cabeza.) Después de que se vaya, remoloneamos en la cama hasta las 9 y pico, y vamos a desayunar/comer con los chicos. Unas tortillas, huevos y ensalada después, vamos a comprar unos snacks para que las 20 horas de autobús no se nos hagan tan pesadas. Al volver al hotel intentamos hacer cuentas entre nosotros para quedar en paz de dinero, y se nos echa el tiempo encima. ¡Tenemos que irnos a coger el autobús! Bajamos nuestra calle y vamos allá.
Al subir, el autobús está vacío, así que podemos elegir los asientos que más nos gustan. Poco a poco, va haciendo paradas y se empieza a subir cada vez más y más gente, hasta llegar al punto de tener que sacar taburetes para que la gente se siente en el pasillo del autobús. Algunas de las personas del pasillo, eran unos chilenos muy graciosos que llevaban un guía vietnamita, al que cantaban canciones en espanglish. Alrededor de una hora después, llegamos a la otra punta de la isla, donde tenemos que montarnos en un barquito que nos lleve a la otra orilla de la bahía. Nos dividen en dos barcos según nuestro destino final, y al bajar, andamos unos 200 metros a dónde está nuestro siguiente autobús esperándonos. Sobre las cuatro de la tarde llegamos al destino del siguiente bus: una ciudad repleta de motocicletas en la que no se ve ni a un turista aparte de nosotros. Aquí tenemos que pasar tres horas hasta que salga el siguiente autobús, así que decidimos dar una vuelta y buscar algún sitio dónde comer.
En lo que parece la calle principal no vemos ningún restaurante, así que giramos a la izquierda, donde vemos muchos puestos con comida. Según nos vamos acercando a ellos vemos que la comida tiene forma rara y cola. ¡Cola! Empezamos a sospechar que puede ser perro, aunque creemos que está prohibido comerlo, y, al acercarnos un poquito más vemos que estamos equivocados: son gatos.
Al subir, el autobús está vacío, así que podemos elegir los asientos que más nos gustan. Poco a poco, va haciendo paradas y se empieza a subir cada vez más y más gente, hasta llegar al punto de tener que sacar taburetes para que la gente se siente en el pasillo del autobús. Algunas de las personas del pasillo, eran unos chilenos muy graciosos que llevaban un guía vietnamita, al que cantaban canciones en espanglish. Alrededor de una hora después, llegamos a la otra punta de la isla, donde tenemos que montarnos en un barquito que nos lleve a la otra orilla de la bahía. Nos dividen en dos barcos según nuestro destino final, y al bajar, andamos unos 200 metros a dónde está nuestro siguiente autobús esperándonos. Sobre las cuatro de la tarde llegamos al destino del siguiente bus: una ciudad repleta de motocicletas en la que no se ve ni a un turista aparte de nosotros. Aquí tenemos que pasar tres horas hasta que salga el siguiente autobús, así que decidimos dar una vuelta y buscar algún sitio dónde comer.
En lo que parece la calle principal no vemos ningún restaurante, así que giramos a la izquierda, donde vemos muchos puestos con comida. Según nos vamos acercando a ellos vemos que la comida tiene forma rara y cola. ¡Cola! Empezamos a sospechar que puede ser perro, aunque creemos que está prohibido comerlo, y, al acercarnos un poquito más vemos que estamos equivocados: son gatos.
Esto es solo el primer puesto, según vamos avanzando por la calle vemos (y olemos. Sobre todo olemos) muchos más puestos con gatos y perros asados. Algunos los están despiezando en este momento y se ven las tripas saliendo, y se escuchan los huesos rompiéndose...agg.😵😰
Impactados, con el disgusto encima, y sobre todo, con el estómago revuelto, volvemos a la calle principal a ver si podemos comer algo vegetariano para todos. Al final, terminamos en un puestecillos de la calle comiendo bocadillos de huevos fritos. Después, vamos a por el postre y unos snacks a un supermercado, y volvemos a la estación de autobuses donde seguiremos nuestro recorrido. Hacemos tiempo jugando a las cartas, tocando el ukelele, etc, bajo la atónita mirada de los lugareños que de vez en cuando comentan algo en su idioma.
Por fin llega el momento de subirse al autobús, son las 7 y no estamos muy seguros de si llegamos a Da Nang a las 7, 9 o 11 de la mañana, por ahora lo importante es hacer que pase el tiempo lo más rápido posible así que cada uno nos ponemos a ver algo en el móvil (¡YouTube offline, vaya invento!), leer, escuchar música... Etc. Y en esas estamos, ¡mañana Alba os contará cómo hemos llegado, y qué tal es Hoi An!
Impactados, con el disgusto encima, y sobre todo, con el estómago revuelto, volvemos a la calle principal a ver si podemos comer algo vegetariano para todos. Al final, terminamos en un puestecillos de la calle comiendo bocadillos de huevos fritos. Después, vamos a por el postre y unos snacks a un supermercado, y volvemos a la estación de autobuses donde seguiremos nuestro recorrido. Hacemos tiempo jugando a las cartas, tocando el ukelele, etc, bajo la atónita mirada de los lugareños que de vez en cuando comentan algo en su idioma.
Por fin llega el momento de subirse al autobús, son las 7 y no estamos muy seguros de si llegamos a Da Nang a las 7, 9 o 11 de la mañana, por ahora lo importante es hacer que pase el tiempo lo más rápido posible así que cada uno nos ponemos a ver algo en el móvil (¡YouTube offline, vaya invento!), leer, escuchar música... Etc. Y en esas estamos, ¡mañana Alba os contará cómo hemos llegado, y qué tal es Hoi An!
Un besito
Paula🌵
Pd. Hemos investigado sobre el consumo de gatos en Vietnam y esta prohibido desde hace más de veinte años, aunque se sigue consumiendo en gran parte del país. Con respecto a los perros, aún es legal comerlos, lo que provoca un gran tráfico ilegal de perros desde otros países, como Tailandia o Laos, donde ya está prohibido su consumo. Están intentando prohibirlo en Vietnam también, por motivos de salud, ya que se estima que el 40% de personas que han probado la carne de perro en su vida, han contraído la rabia.
¡Qué impactante escena!
ResponderEliminarNosotros, en el mundo occidental tenemos a perros y gatos como miembros de la familia pero todo es cuestión de costumbre.
Aqui tenemos toros como espectáculo para algunos, cochinillos espatarraos en escaparates de restaurantes o corderillos lechales de meses.
😔😢
El 40% contraen la rabia!?? Qué barbaridad!!
ResponderEliminarQue horror!!! Lo de los gatos y perros. Mejor no le comento nada de esto a nuestro perro Martín ni al gatito de mi madre ni a la gata de Tía Mamen....
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