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sábado, 15 de abril de 2017

Día 69. Parque Nacional de Penang: trekking, tortugas, olas y playa.

¡Buenos días!

Qué gusto salir de esa habitación refrigerada a 25 grados. Una cosa es tener aire acondicionado, que se agradece, pero no tienen término medio. Así nos hemos levantado... Molestias de garganta y resfriados.
Según bajamos a la terraza vamos yendo a por desayuno y nos espabilamos para ver qué vamos a hacer hoy.

Estamos en George Town que es bonito, pero tan pequeño que ya está visto. Tenemos que aprovechar la isla y el tiempo, que parece que nos está dando un respiro de lluvias.
Tenemos varias opciones pero ninguna clara así que decidimos ir al Parque Nacional de Penang y allí ya veremos qué hacemos.

Javi está pachucho y necesita descanso así que le dejamos acostadito para ver si se recupera pronto.
Nosotros cuatro nos vamos a coger el bus que perdemos dos veces por estar empanados.
Un camino de curvas sinuosas a una velocidad poco adecuada a los giros y el mar justo al lado nos revuelven un poco el estómago pero en poco menos de una hora estamos allí.

La entrada es gratuita sólo es necesario que nos apuntemos en un registro. Al hombre parece que hoy no le apetece trabajar, nos dice que sólo podemos ir a Monkey Beach, que en las demás playas está prohibido el baño. Preguntamos un poco más y entre gruñidos sólo dice que está prohibido por varias muertes.
Vaya...

Nos pica la curiosidad y además tenemos más preguntas sobre cómo llegar y qué diferentes rutas podemos hacer así que cruzamos a hablar con el hombre de los barcos que te llevan a diferentes playas. Es bastante más majo así que nos cuenta que en una de las playas está el centro de conservación de tortugas y que esa misma playa está plagada de medusas en mar abierto. Podemos ir a visitarla, dice que es totalmente natural y muy bonita. Además tiene lagos meromáticos, lagos que se forman en la desembocadura de un río en el mar y en los que se diferencian las capas de agua. El agua de mar permanece abajo por el peso y por eso puedes notar la diferencia de temperaturas.

A las chicas nos parece bien hacer un trekking por la jungla hasta allí y una vez en esa playa coger un barco por la costa hasta la playa de los monos, que es más turística. Jorge está refunfuñón y no quiere barco. Pero hoy somos mayoría.

Conocemos a un matrimonio español al que nos unimos para el barco, que sale más barato (16 ringgits por persona, unos 3 euros).

Empezamos a caminar todos juntos. Ellos viven en Australia, los dos vascos, pero él nacido allí y se conocieron en Londres. Casi dos horas de charlita dan para mucho. ¡Qué majos!

Durante el camino vemos monitores, unos largartos grandotes que viven felizmente por manglares y la orilla de las playas. Da impresión verlos tan cerca.


Hace calorcete y humedad pero como ya hemos dicho, no está permitida ni la más mínima queja del sol y el calor, nos toca aguantar.

Llegamos al lago y un pelín más delante está la playa. Como ya sabíamos muy natural y paisaje precioso.
No podemos bañarnos pero si mojar los pies. La arena es blanca pero sorprendentemente gruesa y se nos hunden mucho los pies.



Caminamos hasta que encontramos el centro de conservación de tortugas. Entramos y tienen varios pilones. En uno hay una tortuga Hawksbill, de unos 20 años que fue encontrada herida por un pescador (creen que por un delfín) y está recuperándose para ser devuelta al mar. En otra hay una tortuga verde, ésta nos gusta menos porque está ahí para estudios e investigaciones, pero bueno, entendemos que de alguna forma tendrán que estudiarlas.
Y en otros dos más pequeños hay unas cuantas medianas, de entre 7 meses y 7 años, y muchas pequeñitas que no tienen ni una semana. Todas éstas estarán ahí hasta que llegue el siguiente nido, y entonces se irán al mar.


Nos quedamos un rato observándolas, la verdad que son preciosas, muy diferentes a las que estamos acostumbrados a ver. La diferencia entre las patas, los dibujos de su piel, los colores, las fosas nasales... Sería genial poder verlas en libertad, nadando a sus anchas por el océano.

Nos acercamos al jeti (embarcado en malayo) y esperamos al barquito disfrutando del paisaje y el tiempo.
Es una especie de lancha y nada más entrar nos tenemos que poner los chalecos salvavidas. Dos minutos más tarde entendemos por qué. ¡Vaya olas y vaya botes! Es súper divertido o al menos a mi me lo parece. A Jorge y Paula también, por lo menos no es uno de esos ferris aburridos. Albi está un poco asustada y tiene motivos para estarlo porque cada vez el barco se tuerce más.




Por el camino vemos lagartos, monos, nidos de águila...
Finalmente llegamos sanos y salvos a la Playa de los Monos donde no hay ninguno pero es muy bonita. Algo más turística pero nada comparado con las playas turísticas de Tailandia. Hay unos puestecitos de alquiler de lanchas y de comida y poco más.

Comemos unos arroces y noodles fritos con verduras, huevo... Para variar un poco la dieta.
Y en cuanto terminamos rodamos unos metros con la tripa llena hasta un poco más cerca de la orilla. El agua está tan caliente que no apetece ni bañarse así que un poco de relax y una siestecita para aprovechar la sombrita de las palmeras de esta maravilla natural.

Sobre las 17.30 nos vamos en la lancha con nuestros compañeros y después de otro excitante paseo llegamos al final.
Nos despedimos de Arritxu e Iñaqui, que nos dan su contacto por si algún día nos dejamos caer por tierras australianas y corremos hacia el bus para no volver a perderlo varias veces.


Que desagradable es el aire acondicionado de todos los sitios, como siempre llegamos congelados y al bajar nos da el golpe de calor.

Una vez en la zona del hostel vamos a un par de agencias a preguntar precios de autobuses y ferris para nuestro siguiente destino aunque aún no tenemos claro cuál es.

Nos vamos al hostel y nos encontramos con Javi que ha pasado buen día, está mucho mejor, ¡tiene mejor cara porque vuelve a tener iPhone! Debatimos cual será el próximo destino y miramos opciones. Nos decidimos por emprender viaje hacia Pulau Tioman. Una vez más cruzaremos un país entero (como nos gusta...).
Nos vamos a preguntar cómo llegar y las posibilidades que hay y nos dicen que tendremos que investigar horarios sobre la marcha y coger transportes locales.

Cogemos cena en puestecitos y nos vamos a la terraza. Una vez terminamos nos vamos a la cama, yo y alguno más hoy no puede con la vida. Algunos días pesan más que otros.
Yo hablo con Alberto, un amigo que trabaja en un proyecto de conservación de tortugas en Tiomán a donde llegaremos mañana o pasado...
Y vamos cayendo uno tras otro.

¡Buenas noches!

Án ☀️

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